RETABLO

Asociación Histórico-Cultural El Bezudo

Monroy  (Cáceres)

 

                 RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SANTA CATALINA DE MONROY.

Texto y montaje: José Mª sierra                                        Fotografías: Equipo

                                      

   HISTORIA (1)

    El actual retablo herreriano vino a sustituir a otro anterior, alojado detrás de éste, en una hornacina con arco escarzano que todavía puede verse en el muro de la cabecera y a la que nos hemos referido en el estudio de la iglesia. Era de dimensiones más reducidas y, presumiblemente de estilo gótico, en consonancia con el resto de la capilla mayor. Un inventario de 1547 lo describe como : "un retablo de cinco órdenes de madera de talla, pintado y dorado y en la orden del medio la imagen de Nuestra Señora y Santa Catalina de bulto…" (2). En 1559 se mandó limpiar y reparar, posiblemente afectado por las obras de fábrica que por aquellos años se realizaban en el templo.

    En los primeros años del siglo XVII se decide hacer uno nuevo, quizá porque el primitivo estuviese muy deteriorado y no se considerase apto para el templo después de las últimas ampliaciones y el 17 de diciembre de 1607 se otorga ante el escribano de la villa un poder "..a Juan Núñez, cura propio de la dicha iglesia para que pueda concertar y concierte… un retablo para el altar mayor …" (3).   El trabajo se contrató inmediatamente con los entalladores Francisco Ruiz de Velasco, Valentín Romero y Baltasar García, el escultor Francisco Ximénez y Bartolomé Lobo como pintor, todos ellos de Plasencia.

      Esta obra contó en principio con el rechazo de los vecinos y autoridades de la villa que otorgan en 1608 un "Poder del concejo para suplicar al Sr. Obispo suspenda el retablo" argumentando la mala situación económica de los vecinos que necesitaban "cierto dinero que… está en el alhóndiga de esta villa" y que se pretendía utilizar para dicha obra (4).

     A pesar de esto el proyecto sigue adelante y comienzan a hacerse pagos a cuenta a los artistas que continúan hasta 1610-1611, pero éstos no cumplen el contrato, la obra "nunca se acaba" y los gastos de gestiones aumentan, como se recoge en el mandamiento que otorga el mayordomo en 1612, por lo cual manda "que al entallador ni pintor no se le dé ningunos maravedís…" puesto que "no han cumplido con el contrato que hicieron con la iglesia" (5). En ese mismo año muere Francisco Ruiz de Velasco sin haber terminado su parte de la talla del retablo de la que se encarga su fiador Alonso Hernández, que promete terminar la obra en poco tiempo cosa que tampoco cumple. Ya en 1619, después de varios requerimientos, el citado Alonso Hernández junto con Valentín Romero acaban, por fin, la talla. En 1623 culminan su participación con el montaje del retablo en la iglesia después del transporte de las piezas desde Plasencia.

   En cuanto a la pintura, sufre parecidos avatares. No habiendo cumplido Lobo su compromiso, se decidió adjudicar la pintura, dorado y estofado a Pedro de Mata, que cobra cantidades a cuenta, pero tampoco éste pintor cumple su contrato. En 1618 se decide quitar la obra a Mata, que aquel mismo año falleció cuando trabajaba en el retablo de Ahigal. Ante esta situación se tiene que recurrir a los fiadores para que se hagan cargo del trabajo según les obligaba el contrato. Pero aparece un nuevo personaje: Pedro Iñigo, yerno del fallecido Mata que pretende hacerse cargo de toda la tarea a la que se había comprometido su suegro, con lo cual comienzan los pleitos con los fiadores, concretamente con Alonso de Paredes que era al que correspondía legalmente dicha obra. La disputa se solucionó con un acuerdo en el que los dos artistas se repartían la obra restante de talla y pintura del retablo. Iñigo terminó su trabajo con el retablo ya colocado en Monroy, concluyendo en 1623. Alonso de Paredes también termina en ese año el dorado y estofado de gran parte del retablo que fue lo que comprometió a hacer.

    Esta azarosa historia de incumplimientos y pleitos culminará con el no menos trabajoso montaje del retablo en la iglesia de Monroy.

    Como hemos indicado antes, la obra de talla se efectuó totalmente en Plasencia. En 1622 se acometió la nada fácil tarea de traer a Monroy el retablo desmontado. Las piezas eran cargadas en carretas que previamente se habían contratado en Malpartida de Plasencia. El recorrido se hacía unas veces por el camino de al Plata y otras por carriles, atravesando por Grimaldo, donde tenían que pagar peaje y se dirigían hasta las barcas del Tajo en el término de Hinojal. Una vez llegados a las cercanías del río y debido a lo escabroso del terreno, las piezas eran transportadas por hombres hasta las barcas que las transbordaban a la otra orilla. De allí serán de nuevo llevadas a hombros por todo el ribero hasta las carretas situadas en el llano, para continuar camino hasta Monroy. Una vez en la iglesia, los entalladores Valentín Romero y Alonso Hernández se encargaron de asentar y ensamblar las piezas del retablo.

   Mientras tanto, los gastos de la obra y los numerosos pleitos han desbordado todas las previsiones. Las arcas parroquiales se encuentran exhaustas y es necesario pedir dinero. En 1622 se solicita un préstamo de cuatrocientos ducados a la Cofradía de la Caridad de Jaraicejo. En 1624,el mayordomo de la iglesia "… por estar dicha iglesia muy pobre y necesitada de dineros.." solicita que las ermitas (había por aquel entonces cuatro: Santa Ana, San Bartolomé, San Fabián y San Sebastián) y las cofradías, " le prestasen a dicha iglesia el dinero que tienen de sobra" (6).

    Para concluir diremos que el retablo se tasó en 1623 y en ese mismo año se instaló en su emplazamiento actual el Cristo, obra del escultor placentino Pedro de Sobremonte, que se encuentra en la hornacina central del ático.

   De todo lo expuesto anteriormente podemos sacar las siguientes conclusiones:

    Que la obra de talla fue realizada por un equipo de entalladores placentinos formado por Valentín Romero, Francisco Ruiz de Velasco y Baltasar García, a los que se añade posteriormente Alonso Hernández que vino a concluir la parte de Ruiz de Velasco cuando éste falleció. La obra se escrituró en 1609 y no se dio por terminada hasta 1619.

    Junto con la obra de talla se contrató también la pintura, a cargo de un equipo de pintores entre los que estaba Bartolomé Lobo. Estos pintores no cumplieron su contrato y se les quitó la obra sin haber realizado nada de ella, adjudicándosele a Pedro de Mata que, como hemos visto antes, tampoco cumple. La intervención de Mata en la pintura debió ser mínima, quizá, dadas las diferencias formales con el resto, sean de su mano los lienzos adosados sobre madera del ático que representan a "Jesús con la Cruz  a   cuestas" y la "Flagelación".   

      Según se deduce de los datos documentales y de los rasgos estilísticos, la mayor parte de las tablas debe ser atribuida a Pedro Iñigo. Más problemática es la intervención de Alonso de Paredes en la pintura, aunque no es descartable que realizara alguna tabla ( "La Anunciación", los "Desposorios místicos de Sta. Catalina" o el "Martirio de San Sebastián"). Lo único que sabemos de cierto sobre la intervención de este artista es que hizo el dorado y estofado de gran parte de la estructura.

     Estos artistas formaban parte de alguno de los talleres que, al amparo de la construcción de la catedral, surgieron en Plasencia y que trabajan de forma itinerante en las numerosas obras que por aquellas fechas se hacían en pueblos de la provincia.   Aparte de su intervención en Monroy, apenas poseemos datos documentales de otras obras realizadas por ellos.   

                

 

 

 

 

       1. Vista general del retablo

 

 

 

 

      2. San Gregorio

 

 

 

     3. San Bartolomé

     

    

          4. Santiago Matamoros

 

 

   CARACTERES GENERALES.

    La arquitectura del retablo, tallado en madera de pino dorada y estofada, responde a una estructura clásica renacentista tardía, dentro ya del manierismo.. Consta de tres cuerpos o pisos con cinco calles cada uno y un ático con tres, con la típica superposición de órdenes: dórico en el primer cuerpo, jónico en el segundo, corintio en el tercero y compuesto en el ático. La hornacina central de este último se remata con frontón partido herreriano y se apoya en los laterales en amplias volutas.

     Acerca del programa iconográfico que había de llevar sólo encontramos una referencia en la escritura otorgada en 1615 por la que Pedro de Mata se compromete a realizar la pintura, dorado y estofado de todo el retablo y se especifica que "ha de llevar doce tableros con las historias de la bendita Santa (Catalina)…y los pasos de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo…"

     En general, los temas y la distribución de los mismos se ajustan a los patrones característicos de la época , respetando la jerarquía en la distribución de los mismos y los programas iconográficos dictados por la Iglesia. El ciclo de la santa titular, con episodios de la vida y martirio de Santa Catalina, formado por cuatro tablas ocupa    los lugares centrales en el primero y segundo cuerpos y son : Los Desposorios Místicos, la Disputa de Santa Catalina con los filósofos, el Suplicio y el Martirio.   Los santos ocupan las calles laterales. A la izquierda, de arriba a abajo, San Gregorio, San Bartolomé, y Santiago Matamoros. A la derecha, martirio de San Sebastián, San Andrés y Santiago Peregrino.   Las escenas de la Pasión de Cristo (Jesús con la Cruz a cuestas y Flagelación) se encuentran en el ático y debajo, en el tercer cuerpo, la Anunciación y la Natividad.     La calle central, más ancha, se reserva para las imágenes de bulto entre las que destacaremos el Cristo del ático, obra de Pedro de Sobremonte y la Santa Catalina del segundo cuerpo, rescatada tras la restauración del conjunto en los años 80.

    

 

 

          5. San Sebastián

        

 

                                                                                                       

LOS SANTOS.

   San Gregorio.

   Se representa con los atributos que hacen referencia  tanto a su dignidad pontificia (tiara, capa pluvial y cruz, como a su  condición de sabio y erudito escritor. Es el símbolo de la autoridad papal y la jerarquía eclesiástica, elementos muy en consonancia con el espíritu de la Contrarreforma.

  San Bartolomé.

  Aparece con la cuchilla, símbolo de su martirio en una mano, mientras con la otra sujeta la cadena que ata al diablo que se encuentra a sus pies con cuerpo humano y cabeza de perro, símbolo de su bestialidad

  Santiago Matamoros.

   La escena se basa en la conocida leyenda de la aparición del santo montado en un caballo blanco en la batalla de Clavijo, (año 930), que fue decisiva para la victoria de las tropas cristianas. Se trata un tema muy enraizado en nuestra tradición y popularizado durante la Reconquista. Se utiliza en esta época como símbolo de la Iglesia militante y del soldado de Cristo que es el modelo que deben imitar los fieles.         Es una escena muy dinámica, presidida por la figura del caballero Santiago montado sobre su corcel blanco que blande la espada contra sus enemigos, derribados a sus pies en la mitad inferior de la composición. En un juego de anacronismos muy propio del estilo manierista, mientras el caballero lleva armadura y vestimenta contemporáneas las figuras caídas visten con armaduras clásicas.

    San Sebastián.

   Se escenifica en la tabla el momento anterior a la ejecución, en lugar del instante preciso de la misma como suele ser lo habitual. Los verdugos, representados en posturas retorcidas y violentos escorzos, amarran al santo al árbol, mientras un grupo de arqueros pasan, en segundo plano, en animada conversación. En el otro lado, en un rincón boscoso, se sitúa un grupo de personajes que aparentemente nada tienen que ver son la escena. En la parte superior un ángel lleva los atributos del martirio (palma y corona).

    San Andrés.

   Aparece con su inconfundible atributo, la cruz en aspa, que se interpreta como  símbolo de su martirio. Se representa como los demás santos de la serie con una pierna flexionada y un fondo de paisaje. Tiene cierta semejanza con el San Bartolomé del otro lado aunque con una interpretación mucho más estática y pesada en los paños que aquel.

    Santiago Peregrino.

    Colocada en posición simétrica con el Santiago Matamoros, representa al apóstol que según la tradición vino a España para predicar el Evangelio y se convirtió en símbolo de la iglesia nacional surgida frente al dominio musulmán y protagonista de uno de los fenómenos más importantes de la época medieval: las peregrinaciones. Está caracterizado precisamente como peregrino, con el hábito amarrado con cordón y los atributos característicos, sombrero de amplias alas, concha o venera jacobea y el bastón.

     Todas estas tablas, a excepción del San Sebastián, muestran similitudes estilísticas y de ejecución que nos hacen pensar que son del mismo autor (posiblemente Pedro Iñigo, como hemos citado antes).

   En todas ellas se aprecian características propias del manierismo: proporciones alargadas y cabeza pequeña, con una pierna ligeramente flexionada, cuerpos, ondulantes (línea serpentinata), figuras en escorzos más o menos violentos. Son característicos también los fondos de paisaje, que nos recuerdan vagamente influencias italianas. Los modelos que utilizan proceden de las colecciones de grabados de obras de grandes maestros que circularon con gran profusión y que estos pintores locales interpretan de forma muy desigual. Quizá la más conseguida sea el Santiago Peregrino, la más dinámica el Santiago Matamoros que, como ocurre en mayor o menor grado en casi todas, presenta algunos errores e imperfecciones en las proporciones y en los detalles anatómicos fruto de obra de taller o de una personalidad artística mediana . El San Sebastián, resuelto de forma más deficiente, puede deberse a la intervención de otro artista.


 

EL CICLO DE SANTA CATALINA.

    Desposorios Místicos de Santa Catalina.

   Santa Catalina, de origen aristocrático y dotada una formación y belleza poco comunes, fue hasta el final del Renacimiento, junto con la Virgen María y María Magdalena, una de las mujeres más populares del santoral cristiano. En la tabla se interpreta una visión de la Santa, según la cual Jesús-Niño se le habría aparecido en los brazos de su madre, para tomarla por esposa, colocándole un anillo entre sus dedos.  La Virgen y la Santa, representadas en el momento de intercambiar los anillos, ocupan el centro del cuadro, formando una composición triangular. En segundo término, a la izquierda, la figura de San José gesticula y      a la derecha un grupo de ángeles cantores acompañan la  escena. El tema repite una composición del pintor italiano Correggio, conocida a través de grabados como ya hemos indicado antes. La interpretación del original no resulta muy afortunada, apreciándose errores en las actitudes y proporciones (sirva de ejemplo la desproporcionada y tosca figura de Jesús- Niño, situada en el centro).

   Disputa de Santa Catalina con los filósofos.

   El cuadro representa la discusión filosófica que, según La Leyenda Dorada, sostuvo Santa Catalina con cincuenta de los más famosos gramáticos y retóricos del Imperio, convocados por el emperador Majencio en Alejandría a los que acabó convenciendo y convirtiendo a la fe cristiana. La santa se sitúa en el centro, en una posición elevada, mientras que los filósofos paganos en actitudes coloquiales, se distribuyen a su alrededor en círculo con las miradas convergentes hacia ella, que a su vez mira al espectador haciéndole partícipe de la escena. Como fondo aparecen unas arquitecturas que sugieren una idea de profundidad espacial. Las contorsiones y posturas. forzadas de algunos personajes, la inestabilidad del grupo y el efecto espacial son elementos típicamente manieristas El detallismo en algunos elementos decorativos (alfombra, ropajes) y la tipología de  las figuras, sugieren una influencia flamenca.

    Suplicio de Santa Catalina.

   Se representa el suplicio de la santa que describe con todo detalle La Leyenda Dorada, entre "ruedas cuajadas de agudísimos clavos y pequeñas sierras dentadas" que, cuando aquellas comenzaron a girar a "vertiginosa velocidad", el artefacto se descompuso por intervención divina y sus fragmentos "al dispersarse en varias direcciones" sembraron la muerte entre los paganos que lo presenciaban. La santa arrodillada ocupa el eje central y a uno y otro lado se disponen las figuras que se mueven y contorsionan violentamente, con un dinamismo que contrasta con la serenidad de la figura central. En este grupo en movimiento se aprecian influencias, muy mediatizadas y reinterpretadas, de Miguel Angel o sus seguidores. Como ejemplo podemos citar el soldado vuelto de espaldas de la parte derecha que sin duda procede de una de las figuras arrastradas al infierno en el Juicio final de la Capilla Sixtina. La composición se cierra en su parte superior con un rompimiento de Gloria que diferencia espacio terrenal de espacio celestial, con Cristo en majestad en el centro sosteniendo la corona del martirio.

   Martirio de Santa Catalina.

   Se interpreta aquí el momento de la ejecución de la santa, que aparece en el centro arrodillada y con las manos recogidas sobre el pecho en actitud piadosa. Su rostro no refleja el dolor o la violencia del momento sino que tiene una expresión dulce, haciendo de su sacrificio una ofrenda de amor cristiano. La presencia junto a ella de un sacerdote que le administra el viático , es un aspecto simbólico que  sirve para reafirmar el valor del sacramento eucarístico  y la ortodoxia católica, siguiendo la preceptiva dictada por el Concilio de Trento.

 


 

 

VIDA DE JESUCRISTO.

    Anunciación.

   El ángel, con los brazos cruzados sobre el pecho, sorprende a la Virgen. Ésta, sobresaltada, abandona su lectura y se vuelve hacia el mensajero con el velo que cubre sus cabellos ocultando su rostro. En la parte superior aparece la paloma del Espíritu Santo acompañada de ángeles que ponen un contrapunto dinámico a la  escena. La obra repite una composición de Tiziano reproducida en grabados, que tuvo mucho éxito en la época existiendo numerosas versiones .

 

    Natividad.

    Los personajes (San José, la Virgen, el Niño y los ángeles en adoración) se colocan en una diagonal que divide el cuadro en una zona de luz y otra en penumbra, en segundo término, en la que se encuentran los animales. La figura de Jesús, hacia el que se dirigen todas las miradas, centra la escena y de él irradia una luz sobrenatural (la luz es la expresión de la divinidad) que contrasta con la del otro foco representado por la vela que sostiene San José. Este interés por los efectos luminosos , que es un recurso muy empleado por los manieristas, no aparece en ninguna de las demás tablas del retablo, y es lo más destacado de la composición.

 

    En el ático se encuentran las dos escenas de la Pasión de Jesucristo que completan este ciclo. En Jesús con la Cruz a cuestas, se representa el momento en que la Verónica se arrodilla para limpiar el sudor con el paño en el que se estampará la imagen de Cristo, mientras Simón Cireneo le ayuda a llevar la cruz. En la Flagelación, Cristo está atado a la columna entre dos figuras en movimientos contrapuestos. En ambas escenas contrasta la faz serena de Cristo con el rostro vulgar de los verdugos que se caricaturiza hasta el extremo. Se trata de de dos obras de muy escasa calidad.


 

NOTAS.

 (1) Adaptación y síntesis del trabajo "Historia   documental"  de S.García y J.M.Sierra publicado   en: Retablo Mayor de la Iglesia de Santa Catalina de Monroy. Editora Regional de Extremadura. Badajoz 1987.

 (2) Libro de Cuentas de Fábrica nº1. Archivo Parroquial de Monroy. 1547- 1570.

 (3),(4) Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Leg. 2557. 1607/1608.

 (5) L.C.F.nº2. A.P. Monroy. 1580-1620.

 (6) A.H.P. de Cáceres. Leg.2558.1624.

 (7) Adaptación y síntesis de "Estudio de la pintura" de A. Franco, en la publicación citada en (1).

 

BIBLIOGRAFÍA.

 

-Angulo Iñiguez, D. Pintura del Renacimiento en Ars Hispaniae. Vol XII. Madrid 1955.

-García Mogollón, F. El retablo mayor de Casar de Cáceres. Norba IV 1983

-Martín Gil, T., Una excursión a Monroy, en Rev. de Estudios Extremeños.1932.

-Martín González, J.J. Historia de la Arquitectura. Gredos. Madrid 1970.

-Martín González, J.J. Tipología e iconografía del retablo español del Renacimiento. B.S.E.A.A. Valladolid 1964.

-Martínez Quesada, J. Notas documentales sobre artistas y artesanos en Extremadura. R.E.E. 1960

-Pulido y Pulido, T. Datos para la historia artística cacereña. Cáceres 1980.

-Torres Balbás,L Arquitectura gótica en Ars Hispaniae vol II, Madrid 1952

- Torres Pérez, J.M. El retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Gata. Institución Cultural El Brocense. Cáceres 1981.

- Yarza, J. La Edad Media en Historia del Arte Hispánico. Vol II. Madrid 1980.

 

 

 

 

 

             6. San Andrés             

 

       7. Santiago Peregrino

 

     8.Sta. Catalina. Desposorios Místicos

 

    9.Sta. Catalina disputa con filósofos

 

            10. Sta.Catalina. Suplicio

 

           11.  Martirio de Sta. Catalina

 

 

 

       12. Anunciación

 

 

   13. Natividad

 

 

         14. Jesús con la Cruz a Cuestas

 

 

        15. Flagelación

 

Editor de Web:  G. Reolid Fecha actualización: 16-05-2005