Texto: Santiago García Jiménez - José Mª Sierra Simón El lunes siguiente al de Pascua, llamado “In Albis” o de Quasimodo, se celebra el Lunes de Albillo. Es la fiesta más importante del ciclo relacionado con Santa Ana, patrona de la villa, (ya hemos indicado otras como la de su día, a finales de julio, o la más inmediata a ésta del Lunes de Gracia) y con su ermita, que es un lugar "sagrado" o de culto desde la más remota antigüedad, como lo demuestran su situación, contigua a un castro prerromano (véase rastreo arqueológico), las tumbas antropomorfas excavadas en la pizarra que la rodean, o las tumbas de época tardorromana o visigoda descubiertas recientemente en sus alrededores.
Hasta los años setenta el día discurría de la siguiente forma:
Por
la mañana temprano, lo primero que se hacía era engalanar las crines
y colas de las caballerías que se iban a montar con cintas y madroños
hechos con lana de colores vivos . Se sacaban las mejores mantas de
montar, de colorido y dibujos variados y con flecos muy elaborados , para
enrollarlas delante de las albardillas y monturas. Los adornos
se confeccionaban artesanalmente y se guardaban y heredaban durante
Además de los animales de montura, también se adornaban con flores, ramas y hojas los carros y carretas y, más tarde, tractores, que transportarían a los jóvenes que no tenían montura o no se atrevían a montar. (21) Una vez terminados los preparativos, los jinetes, con su novia o alguna chica de la familia o amiga a la grupa, o solos, todos ataviados con sus mejores galas, se reunían junto con los carros, en la plaza y de allí partían lentamente en romería hacia la ermita, atravesando casi todo el pueblo.
El día siguiente, martes, al igual que ocurre en el último día de las fiestas de septiembre, se celebró también como festivo muchos años, saliendo grupos de jóvenes a caballo o a pie a comer y pasar el día en el campo ( día de la "merendilla"). A partir de las fechas que hemos indicado, con la crisis de la agricultura y la emigración masiva, la celebración pierde la brillantez de épocas anteriores. Los pocos habitantes que quedaron hacían el camino a la ermita a pie o en vehículos a motor, pues, al no haber labor, las caballerías fueron desapareciendo. Sin embargo en las últimas décadas ha vuelto a resurgir, incluso con la presencia de caballos de silla, aunque con importantes modificaciones. Ahora se ha convertido en un día completo de gira campestre. Después de la ceremonia religiosa los asistentes en grupos se reparten por los alrededores de la ermita para comer y beber. Se han instalado casetas para la venta de bebidas y comidas, e incluso se torean vaquillas en un pequeño coso levantado al efecto en los alrededores y no se regresa al pueblo hasta bien entrada la noche.
En el contexto extremeño, esta fiesta podemos inscribirla entre las que J.Marcos Arévalo denomina "romerías y fiestas de pascua" dentro del ciclo primaveral, en las que el caballo subraya "los valores... agropecuarios y en consonancia con lo que significa de júbilo el nuevo ciclo en cuanto a fertilidad y renovación de la vida en general" En cuanto a las carreras, según el mismo autor: "Uno de los momentos clímax en el ritual caballista es la carrera. Es el escenario adecuado en el que se concentran todas las miradas para exhibir de manera ostentosa la alzada y las alegres y vistosas galas de los équidos. Las carreras de caballo con las que suelen concluir las romerías campestres pascuales y primaverales se celebran en las correderas, topónimo muy generalizado en las poblaciones rurales extremeñas, con el que se nombra a las calles anchas y largas ." (3)
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